Decidme el canto del río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves,
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor, no lo recuerdo.
¿ Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna ?
¿ O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas ?
Veintidós años... Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma... Escribo
a tientas: "el mar", "el campo"...
Digo "bosque" y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo, por hablar, de asuntos
que los años me borraron
(no puedo seguir, escucho
los pasos del funcionario)
En la prisión sólo en sueños volvía a la libertad, a los recuerdos perdidos. Tenía esa facilidad, casi era un profesor de sueños. Pero cuando llevaba ya ventiuno o ventidós años encarcelado, observé con desaliento que esos recuerdos se iban desdibujando y poco a poco desaparecían de mis sueños, hasta que la cárcel se impuso como única protagonista, en la noche y en el día de mi cautiverio.
En algunos de mis poemas aparece esa tristeza y el temor del olvido, la angustia de ir perdiendo el recuerdo de las cosas más elementales...
En algunos de mis poemas aparece esa tristeza y el temor del olvido, la angustia de ir perdiendo el recuerdo de las cosas más elementales...
Marcos Ana
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